Dad la cerveza al desfallecido, Y el vino á los de amargo ánimo: Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no más se acuerden
Proverbios 31:6-7

domingo, 27 de enero de 2008

Breve historia animal de la peña

En este artículo vamos a tratar de analizar la vida y obra de los animales (de cuatro patas) que han pasado por la peña, centrándonos especialmente en los 3 que nos han servido de mascota alguna vez en la vida, porque cucarachos y ratones como que no cuentan.

Empezaremos por el primero, un hámster donado por el criadero de Polaco, un pequeño roedor llamado Humphrey, Janfri o como prefirais llamarlo.
Janfri vivía en un armario tumbado que roía sin piedad, al igual que cualquier cosa que le echaras, asesinaba cucarachas y tortolas y tardo poco en convertirse en un miembro más de la peña, es decir, sólo comía cuando le untabas la comida en cerveza y sólo se dejaba tocar cuando estaba fumado.
Pero un día, el profeta Pichónidas predijo su final:
-Este hámster a vivido mucho, va a morir hoy.

Y efectivamente, horas después se escapó y durante su busqueda, un peñista cualquiera lo pisó accidentalmente (o eso dice él), acto seguido comenzó a dar espasmos y mientras otro peñista se disponía a acabar con su sufrimiento, se oían gritos de mujeres que decían:
-¡No lo mates, que aún vivirá!
Obviamente, no vivió, entre otras cosas porque fue sepultado bajó una gran piedra que consiguió que sus intestinos se esparcieran por el suelo de la peña.

Unos meses después la Fina, o mujer de los gatos, nos donó dos misinos, este es su aspecto al realizar la entrega:
Uno se escapó a los dos días, el otro tras varias semanas de mala vida, desapareció misteriosamente, probablemente se apuntara a un programa de desintoxicación.

Finalmente llegamos a Fimosín, el gato a la vez más maltratado y más tonto que jamás se haya visto. Era un gato callejero que fue adoptado, al principio nos caía bien y todo, pero pronto descubrimos que era un desagradecido y empezamos a cogerle odio. Aún así, haciendo gala de su estupidez, por muchas patadas que le diéramos seguía volviendo.
Fue un caso raro de raquitismo felino, debido a la poca comida que le dábamos, pasaba el tiempo y seguía pareciendo una cría gatuna.
Finalmente, una de dos, o murió de hambre o escarmentó y se largó.

Probablemente me haya dejado algo, o haya cometido algún error, así que para eso están los comentarios, para que me digáis que bichos me he dejado y el nombre de los gatos finescos por ejemplo.

Ala y que os la pique un hámster.

2 comentarios:

Angelotti dijo...

Lo reconozco fui yo pero fue sin kerer. no se k coño acia fuera d la jaula ni kien lo dejo escapar

Anónimo dijo...

zakakimon to the pakinrow